El ejército romano
El ejército y las legiones en particular desempeñaron un papel fundamental en la historia de Roma. Generalmente se les suele identificar con una fuerza militar muy organizada, altamente profesional y rigurosamente disciplinada, pero esta imagen estereotipada sólo es fiel a la realidad en alguno de los períodos históricos que se observan en su evolución:
- Durante la Monarquía y hasta finales del siglo II aC, el ejército se organizó alrededor de un sistema de milicia, integrado en su totalidad por ciudadanos romanos reclutados para las armas en función de su riqueza, normalmente campesinos con propiedades suficientes para adquirir sus armas y su propio equipamiento. El servicio militar no era una profesión sino un servicio que los cives debían al Estado y del que quedaban liberados cuando finalizaba la campaña militar. En esta primera época resulta difícil entrar en los detalles, puesto que la información disponible no permite retroceder más allá de mediados del período republicano.
- Desde el siglo I aC, el ejército fue un cuerpo profesional. La expansión territorial provocó que las guerras se libraran cada vez más lejos de Roma, exigiendo grandes guarniciones incompatibles con el sistema de milicia popular. El equipo y las armas eran entregados por el Estado y por ello, a partir de entonces, las legiones recibieron un gran contingente de hombres, generalmente pobres, que veían el ejército como una posibilidad de ganarse la vida en la carrera militar.
- Entre los siglos III y V dC, el ejército mantuvo las características del período altoimperial, pero con las vastas fronteras tuvo que enfrentarse a crecientes amenazas exteriores y a las tensiones internas generadas por las constantes situaciones de guerra civil. Durante el Imperio tardío las legiones continuaron siendo unidades profesionales, pero muy distintas en tamaño, estructura y funciones tácticas a lo que habían sido sus predecesoras. Las reformas militares más importantes fueron llevadas a cabo por Diocleciano y por Constantino I el Grande.
Evolución
En algún momento de su historia, los romanos adoptaron la táctica de la falange hoplítica, probablemente introducida en Italia por los colonizadores griegos.
Los hoplitas, cuyo nombre deriva del escudo circular de alrededor de 90 centímetros de diámetro que les protegía el flanco izquierdo (hoplon), eran lanceros fuertemente armados y muy próximos entre sí, organizados en formación cerrada, de modo que su lado derecho, desprovisto de protección, se viese cubierto al menos parcialmente por el escudo de un compañero.
Su objetivo era aproximarse al adversario y forzar la batalla avanzando siempre al paso con la intención de abrirse camino con las lanzas entre las filas enemigas. Los hoplitas se desplegaban formando un cuerpo compacto de frente y profundidad variables (infantería pesada) cuyo principio táctico esencial era el choque directo, sin reservas, formando un muro de escudos del que sobresalían las lanzas apuntando hacia delante. Los hoplitas contaban con el apoyo de lanzadores de jabalina y honderos (infantería ligera), mientras la caballería servía de tropa auxiliar en las persecuciones.
La lucha hoplítica implicaba tanta tensión y violencia que hacía necesario que las falanges fuesen muy profundas: cuanto más profunda era una falange, mayor era su capacidad para continuar en combate.
Los guerreros de la segunda fila tenían la posibilidad de clavar sus lanzas por encima de los hombros de sus compañeros en cabeza, a quienes reemplazaban en caso de baja, pero los hombres que se hallaban detrás no podían unirse a la lucha: su principal papel era dar apoyo a los que luchaban delante, intimidar al enemigo y, quizás la más relevante, impedir la huida de los soldados de la primera fila.
En el campo de batalla, la falange era una unidad militar muy consistente pero de escasa movilidad y difícil de maniobrar. La formación de falange se adaptaba al combate en terreno llano, por lo que mientras Roma no salió del Lacio no se cambiaron las disposiciones tácticas, pero fue fácilmente derrotada cuando tuvo que salir a luchar en terrenos irregulares.
Durante el reinado de Servio Tulio, el sexto de los siete reyes de Roma (578-534 aC), se produjo una reforma fundamental del ejército basada en la estructura de los comitia centuriata y en la capacidad económica de los soldados, que debían pagarse las armas y el equipamiento.
Los soldados se reclutaban sólo entre los ciudadanos romanos y únicamente cuando la situación bélica lo requería, siendo licenciados de inmediato una vez cesaba la necesidad. Sobre la base del censo de los ciudadanos en edad adulta y en función de su capacidad económica se les repartió en diferentes clases.
Los soldados se reclutaban sólo entre los ciudadanos romanos y únicamente cuando la situación bélica lo requería, siendo licenciados de inmediato una vez cesaba la necesidad. Sobre la base del censo de los ciudadanos en edad adulta y en función de su capacidad económica se les repartió en diferentes clases.
Los ciudadanos más sobresalientes (equites) fueron reclutados para la caballería o pasaron a ocupar los puestos del ejército con rango de oficial. Los demás, distribuidos en cinco clases, disponían del armamento siguiente:
- 1ª clase: escudo circular, casco, gladius, pilum, grebas, coraza y pectorales de bronce.
- 2ª clase: escudo ovalado, casco, gladius, pilum, grebas y pectorales de bronce.
- 3ª clase: escudo, casco, gladius, pilum y grebas.
- 4ª clase: tal vez escudo pequeño, gladius y pilum.
- 5ª clase: honda.
La primera clase parece haber sido reservada a hoplitas completamente armados, lo que ha llevado a pensar que esos hombres formasen la falange original y las restantes clases fuesen añadidas después, a medida que la población y la prosperidad crecían con los años.
Tras la expulsión de Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma, gran parte de la primera clase le siguió en el exilio. Eso hizo que durante los primeros años de la República el potencial militar de la ciudad se resintiera.
Con el tiempo, el Senado se vio obligado a introducir en el ejército cambios estructurales, el más importante de los cuales fue prescindir de la falange y sustituirla por la legión. La reforma, basada aún en la clasificación de Servio Tulio (la clasificación fue después actualizada en 312 aC), supuso un cambio revolucionario: la división del ejército en manípulos y centurias.
Las primeras legiones
La legión como nueva forma de organización militar apareció durante las Guerras Samnitas (343-290 aC): después de sufrir una serie de derrotas humillantes que culminaron con la entrega de un ejército entero sin resistencia en las Horcas Caudinas (321 aC), los romanos abandonaron la falange para siempre. A partir de entonces, cada legión se organizó en tres líneas (hastati, principes y triarii) de quince manípulos cada una divididos a su vez en dos centurias de 30 hombres por manípulo. A estas fuerzas había que sumar las alae sociorum (tropas auxiliares de tamaño semejante a una legión), la caballería (10 turmae, organizadas en 3 filas de 10 equites cada una y repartidas por mitad en los flancos del ejército) y las tropas de infantería ligera (accensi y rorarii).
Accensi (quinta clase): constituían la infantería ligera de los primeros tiempos de la República y se ubicaban en la retaguardia del ejército, por detrás de la primera línea de hastati, la segunda de principes, la tercera de triarii y la cuarta de rorarii. Lucharon en formación abierta prestando su apoyo a las tropas más pesadas, ocupando con frecuencia las plazas dejadas por los soldados caídos en combate. Tras la Segunda Guerra Púnica, fueron absorbidos por el cuerpo de velites.
Rorarii (cuarta clase): con funciones similares a los accensi, es posible que participaran en la fase final de la lucha junto a los triarii. Tras la Segunda Guerra Púnica, también fueron absorbidos por el cuerpo de velites.
Triarii (tercera clase): si la situación era desesperada, los triarii apoyados por rorarii y accensi entraban en combate o, en su caso, se encargaban de organizar la retirada.
Principes (primera clase)
Hastati (segunda clase): los miembros de la segunda clase se colocaban delante de los de la primera porque los hastati iban armados con pila, que debían lanzar desde primera línea. Una vez lanzados los pila, los principes avanzaban para cerrar huecos y formar así un frente sólido que impedía que el enemigo se colara entre las filas romanas.
Legión Polibia (ca. 300 - 100 aC)
Durante los siglos III y II aC el ejército romano continuó siendo una milicia popular de carácter temporal. Cada año el Senado decidía cuántos soldados convocaba y el lugar de su destino. Los ejércitos eran dirigidos por magistrados electos con imperium durante un año: los cónsules, a quienes correspondían las funciones militares más importantes, y los pretores, que se ocupaban de las operaciones de menor trascendencia. En esa época, cada uno de los cónsules tenía a sus órdenes un contingente de dos legiones.
La legión característica estaba formada por 4.200 infantes y 300 equites distribuidos en las siguientes unidades:
Caballería (equites): inicialmente era la unidad más prestigiosa y en la que los jóvenes romanos comenzaban a destacar antes de iniciar su carrera política. El equipamiento (caballo, escudo redondo, casco, armadura, espada y una o más jabalinas) era sufragado por cada individuo, pero el estado aseguraba una compensación si el caballo moría en la batalla. La caballería era de apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 turmae de 30 hombres. Al mando de cada diez hombres se hallaba un decurión.
Infantería ligera (velites): los velites eran básicamente hostigadores y lanzadores de jabalina, pero no tenían una organización formal precisa o una función especial en el campo de batalla. Agrupaba los antiguos accensi y rorarii, formando un contingente de 1.200 hombres. En formación, se ubicaban delante de los manípulos de la infantería pesada, a razón de 400 por línea. En combate, se reunían todos en primera línea de batalla y después del lanzamiento de sus armas, se retiraban de forma ordenada a la tercera línea junto a los triarii.
Infantería pesada: era la unidad principal de la legión. Se componía de ciudadanos romanos que podían pagar su propio equipo: casco de bronce, escudo, armadura, lanza corta (pilum) y espada corta (gladius). Según la experiencia de los legionarios, se organizaba en tres líneas:
Infantería ligera (velites): los velites eran básicamente hostigadores y lanzadores de jabalina, pero no tenían una organización formal precisa o una función especial en el campo de batalla. Agrupaba los antiguos accensi y rorarii, formando un contingente de 1.200 hombres. En formación, se ubicaban delante de los manípulos de la infantería pesada, a razón de 400 por línea. En combate, se reunían todos en primera línea de batalla y después del lanzamiento de sus armas, se retiraban de forma ordenada a la tercera línea junto a los triarii.
Infantería pesada: era la unidad principal de la legión. Se componía de ciudadanos romanos que podían pagar su propio equipo: casco de bronce, escudo, armadura, lanza corta (pilum) y espada corta (gladius). Según la experiencia de los legionarios, se organizaba en tres líneas:
- hastati: eran los legionarios más jóvenes y quienes formaban la primera línea. Iban armados con dos pila de distintos pesos, para que una tuviera más alcance y la otra perforase los escudos enemigos. En el cuerpo a cuerpo, empleaban la espada. Como armadura era común el uso de placas de bronce sujetas con correas de cuero que tapaban el corazón y parte del pecho. También utilizaban casco de bronce y el scutum (escudo largo romano).
- principes: eran legionarios con una edad de entre 25 y 35 años, formaban la segunda línea. Iban armados como los hastati pero en lugar de la placa del pecho vestían una coraza (lorica).
- triarii: eran los legionarios más veteranos. Se situaban en la tercera línea y sólo entraban en combate en situaciones extremas.
Las dos primeras líneas de combate (hastati y principes) estaban divididas en diez manípulos, cada uno de los cuales dividido a su vez en dos centurias de 60 hombres al mando de un centurión.
La tercera línea (triarii), estaba dividida también en diez manípulos de dos centurias cada uno, pero de sólo 30 hombres por centuria.
Cada centuria tenía su propio estandarte. En batalla, los manípulos estaban organizados comúnmente en una formación cuadriculada llamada quincux, de modo que los manípulos de principes cubrieran los espacios abiertos dejados por los hastati, siendo aquéllos cubiertos a su vez por los manípulos de triarii.
Legión por cohortes (a partir de 100 aC)
A finales del siglo II aC, las reformas de Cayo Mario introdujeron importantes cambios en el ejército: estas reformas respondían a la necesidad de crear un nuevo esquema militar que defendiera el territorio romano tras las gravísimas derrotas sufridas en las guerras contra las tribus germánicas entre los años 106 y 105 aC. Estas derrotas, junto con el progresivo desinterés por el ejército de las clases sociales más pudientes, provocaron la escasez de hombres disponibles para el combate y, con el tiempo, la desaparición del vínculo entre capacidad económica y servicio militar. Los cambios se concretaron en tres puntos:
I.- Reclutamiento: Mario instituyó un ejército profesional de nueva planta, reclutado entre las clases sociales más pobres, hasta entonces exentos del servicio militar. A partir de este momento, el legionario pasó a ser un soldado profesional que recibía una paga y la promesa de mejoras económicas tras ser licenciado, sin despreciar las oportunidades de hacer fortuna mediante los saqueos en campaña. La plebe, que tenía muy poca esperanza de incrementar su estatus por otra vía, enseguida empezó a apuntarse al nuevo ejército en el que se alistaba por un período de 25 años.
Gracias a esta reforma, Mario logró dos objetivos: reclutar suficientes hombres en un período de crisis y de amenazas externas para Roma y evitar en lo sucesivo el grave problema económico provocado por la pérdida en las contiendas de la mayor parte de la clase media romana (tanto por la muerte de ciudadanos como por la ruina económica, al no poder ocuparse de sus propiedades durante las campañas).
II.- Estructura militar: con un ejército permanente y con las armas a cargo del Estado, Mario pudo estandarizar el equipamiento de las tropas y mantener el entrenamiento de sus hombres durante todo el año. Ello convirtió a las legiones en unidades de combate con una condición física y unas normas de disciplina insuperables, sin parangón en el mundo antiguo.
Paralelamente, esta nueva situación implicaba un grave riesgo para la estabilidad de la República puesto que a partir de aquel momento los soldados podían llegar a ser más leales a su comandante que a la propia Roma. Más aún cuando algunos generales armaban y financiaban legiones de su propio bolsillo. En lo sucesivo, el ejército se convertiría en un factor decisivo en la vida política romana, puesto que cualquier persona que se ganara el apoyo de las legiones podía utilizarlas como instrumento para alcanzar el poder.
Mario reorganizó las legiones:
- eliminó la división de la infantería en secciones especializadas (hastati, principes y triarii): a partir de la reforma, la infantería legionaria constituyó un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento o de la edad de los soldados.
- eliminó la caballería y el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: ambos fueron sustituidos por cuerpos especializados de auxiliares, agrupados según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de combate.
El nuevo sistema militar se basaba en la cohorte como unidad básica. Cada legión constaba de diez cohortes de 480 hombres; cada cohorte, de tres manípulos de 160 y cada manípulo de dos centurias de 80 individuos cada una, repartidos en diez unidades de ocho soldados (contubernia).
Las centurias luchaban, marchaban y acampaban como una unidad. Como acarreaban con las armas y con todos los demás instrumentos y provisiones para su subsistencia, se redujo la dimensión de las caravanas de suministros y ello convirtió a las legiones en fuerzas mucho más rápidas en sus desplazamientos. Por su parte, los soldados que formaban los contubernia compartían habitación (tienda durante la campaña), comían y vivían juntos y creaban entre ellos lazos muy fuertes de solidaridad.
Una legión completa constaba de aproximadamente 6.000 hombres de los cuales alrededor de 5.000 eran soldados y el resto personal no combatiente. El contingente militar se organizaba en 10 cohortes repartidas en tres líneas de combate (triplex acies).
Dado que una legión estaba formada por diez cohortes, era obligado que una de las tres líneas tuviera una cohorte más que las otras dos (normalmente la primera) o que los tres manípulos de la décima cohorte se repartieran entre las tres líneas a razón de uno más en cada una de ellas.
Se atribuyen a César los cambios que dotaron a la cohorte de una mayor movilidad. Desde mucho antes de las reformas de Mario, las cohortes manipulares se disponían en tres líneas de combate (hastati, principes y triarii). Las novedades introducidas por César dieron a la cohorte mayor flexibilidad para organizarse según sus necesidades en dos, tres o incluso cuatro líneas de combate.
Como unidad independiente, tuvo por sí sola una gran capacidad de adaptación a las exigencias del enemigo y a las necesidades de la lucha:
Como unidad independiente, tuvo por sí sola una gran capacidad de adaptación a las exigencias del enemigo y a las necesidades de la lucha:
- En el supuesto de contar con pocos efectivos, la cohorte podía adoptar la formación de acies duplex, manteniendo el mismo frente de batalla ante un enemigo superior en número y evitando ser superada por las alas y derrotada.
- En terreno con los flancos protegidos, podía adoptar la formación de cuatro líneas para dotarse de mayor profundidad.
Desde mediados del siglo I aC, las legiones incluían aparatos de artillería: cada centuria estaba equipada con una gran ballesta montada encima de un carro (carroballista) y cada cohorte con una catapulta, lo que no sólo incrementaba la potencia de la legión en el combate a campo abierto, sino que servía también para la guerra de asedio.
A partir de Augusto la primera cohorte, que era siempre la mejor de la legión, pasó a tener una centuria menos (5) pero cada una de ellas del doble de soldados que las demás (5 x 160 = 800).
El desdoblamiento de la primera cohorte podía extenderse a las demás, hablándose entonces de cohortes miliarias. La duplicación de efectivos no se realizaba aumentando el número de centurias sino el de soldados, pasando cada centuria a tener unos efectivos teóricos de 160 hombres.
Durante el Imperio, las legiones fueron frecuentemente reforzadas por tropas aliadas (auxilia), integradas por mercenarios con habilidad bélica reconocida.
III.- Jubilación: otorgó a los soldados beneficios de jubilación en forma de tierras. Los proletarii que terminaban el servicio recibían una pensión y una finca en alguna zona conquistada a la que podían retirarse.
Organización jerárquica
Las legiones eran comandadas por un legatus legionis. El legado se escogía entre la clase senatorial de Roma y era el oficial militar de mayor rango: solía ser un ex-pretor o una persona de talento militar a los que se confiaba el mando de una de las legiones del ejército romano. Para ser nombrado legado era necesario obtener la aprobación del Senado (senatus consultum), a propuesta de un cónsul o de un pretor. Eran personas de su máxima confianza y muy frecuentemente hermanos o parientes cercanos. Su número variaba según la importancia de la campaña o la extensión de la provincia.
El legado no tenía poder independiente del de su general. Por excepción, el legado podía dirigir el ejército de forma independiente si había sido investido de imperium: cuando un cónsul dejaba el ejército o un procónsul su provincia, el legado o uno de los legados ocupaba su lugar y recibía el nombre de legatus propraetore. En ese caso, el nombramiento podía llegar a atribuirle el mando sobre varias legiones, aunque sólo podía ejercerlo fuera de Roma.
El legado mandaba durante tres o cuatro años, aunque podía servir durante un período mayor.
En las provincias con sólo una legión, el legado era también el gobernador provincial. En cambio, en las provincias con varias legiones, cada legión tenía un legado y el gobernador provincial tenía mando general sobre todas ellas.
En las provincias con sólo una legión, el legado era también el gobernador provincial. En cambio, en las provincias con varias legiones, cada legión tenía un legado y el gobernador provincial tenía mando general sobre todas ellas.
En época imperial, las provincias del Senado fueron gobernadas por procónsules o propretores (los primeros tenían tres legados a su servicio y los segundos uno). En las provincias imperiales, el procónsul era nombrado por el emperador entre personas que habían sido anteriormente cónsules, pretores o senadores y tenían también tres legados a su disposición.
En el siglo I aparecieron los llamados legados libres, que eran senadores que se hacían nombrar legados por el Senado durante sus viajes particulares a provincias. Eran formalmente legados pero no tenían ninguna misión que cumplir (legatio libera). Cicerón quiso acabar con esta práctica sin éxito y Julio César limitó el tiempo a cinco años, continuando así hasta el siglo III.
Los oficiales subordinados inmediatos del legado eran los tribunos militares, en número de seis por cada legión: cinco oficiales regulares y el sexto, un noble elegido por el Senado: el tribunus laticlavus, que fue creado durante las reformas militares de Augusto y suprimido a mediados del siglo III.
El cargo servía básicamente para que los jóvenes senadores que aspiraban a desempeñar puestos importantes en el esquema del estado imperial iniciaran su carrera política (cursus honorum) y tomasen contacto con el ejército. Normalmente se ejercía durante un año.
En combate, su misión era dirigir directamente las dos primeras cohortes de la legión, las más veteranas y mejor dirigidas y que raramente entraban en liza, mientras que en el campamento debía coordinarse con el praefectus castrorum para el abastecimiento de su legión.
En caso de ausencia o defunción del legado, el tribuno laticlavio lo sustituía asumiendo el título de tribunus laticlavus pro legatus.
El cargo de tribunus laticlavus no existía en las legiones de guarnición en Egipto donde, al ser propiedad personal del emperador, Augusto había prohibido la entrada a los senadores.
También tenía el rango de oficial el praefectus castrorum, una especie de comandante de campo dependiente directamente del legado y del tribuno laticlavio. Su misión era organizar el campamento de la legión y supervisar el abastecimiento de la unidad. En combate, se ocupaba de comandar la artillería legionaria. El cargo se confiaba a soldados que habían ascendido por méritos propios a través de los diferentes rangos de una legión hasta alcanzar el de primus pilus.
El primus pilus, era el centurión mayor de la legión y correspondía al centurión de la primera centuria de la primera cohorte. Era el rango máximo que un soldado raso podía alcanzar en el ejército romano después de las reformas de Mario, para lo cual debía permanecer en filas mucho tiempo, demostrar valor y sensatez y ser capaz de ejercer adecuadamente el liderazgo sobre sus soldados.
Se trataba de un soldado de carrera que ejercía de asesor del legado: por su experiencia participaba en las reuniones de estado mayor y tenía bajo sus órdenes a los demás centuriones y a todos los soldados de la legión.
El cargo de centurio primus pilus se ejercía durante un solo año, transcurrido el cual eran licenciados e ingresaban en el orden ecuestre, como caballeros romanos. Esto les daba derecho a participar en la vida de la comunidad urbana en la que se instalasen y a aspirar al cursus honorum de los equites o bien a asentarse en Roma y asesorar directamente al emperador y a sus generales.
Sólo excepcionalmente permanecían en el ejército, bien en el rarísimo rango de primus pilus bis, bien como praefectus castrorum de la legión.
Tras el primus pilus se hallaban los demás centuriones, que eran los oficiales a quienes se confiaba el mando táctico de cada centuria. Los más veteranos y experimentados (primi ordines) formaban parte de la primera cohorte. Eran asistidos por un optio, un signifer (portaestandarte y tesorero de la centuria) y un tesserarius (encargado de facilitar las contraseñas y de actuar de oficial de enlace). Por debajo, se encontraba toda la tropa de legionarios (milites).
Después de varios años de servicio, los legionarios eran promocionados de miles a inmunis, que cobraban el mismo salario pero estaban exentos de las rutinas generales de los demás soldados. Con todo, el primer ascenso propiamente dicho convertía al soldado en principal, entre los que se distinguían los que cobraban paga y media (sesquiplicarii), como el tesserarius, y los que percibían doble paga (duplicarii), como el signifer, el vexillarius y los optiones.
Jerarquía entre los centuriones:
- Centuria I: Pilus Prior
- Centuria II: Princeps Prior
- Centuria III: Hastatus Prior
- Centuria IV: Pilus Posterior
- Centuria V: Princeps Posterior
- Centuria VI: Hastatus Posterior
Por excepción, a partir del siglo I dC, la primera cohorte tenía un régimen especial debido al hecho de estar dividida en sólo cinco centurias:
- Centuria I: Primus Pilus
- Centuria II: Princeps
- Centuria III: Princeps Posterior
- Centuria IV: Hastatus
- Centuria V: Hastatus Posterior
El optio era el suboficial que servía de lugarteniente al centurión de cada centuria o al decurión de cada turma de caballería, a quienes ayudaba en la táctica y en el mantenimiento de la disciplina y de la forma física de los soldados. Podía ser designado por el propio centurión o ser elegido por sus compañeros.
Estaba clasificado entre los milites principales y poseía la categoría de duplicarius, lo que significa que estaba rebajado de tareas pesadas y cobraba doble paga. Aspiraba a ser nombrado centurión, y cuando había alcanzado la cualificación suficiente recibía el título de optio ad spem ordinis.
Clases de optiones:
- Optio centuriae: lugarteniente de cada centuria.
- Optio candidatus: suboficial designado por el jefe de su unidad para ser promocionado a un rango superior, normalmente el de centurión.
- Optio custodiarum: suboficial a cargo de la guardia.
- Optio equitum: suboficial de la caballería legionaria.
- Optio fabricae: encargado de la reparación de armas de su unidad.
- Optio praetorii: suboficial al frente de las dependencias del cuartel general de su unidad.
- Optio speculatorum: suboficial al frente de los soldados encargados de las labores de exploración y espionaje militar.
- Optio stratorum: suboficial al frente de la policía militar.
- Optio tribuni: suboficial destinado como asistente de un tribunus militum.
- Optio valetudinarii: suboficial encargado del hospital de su unidad.
- Optio ad carcerem: suboficial al frente de la prisión militar.
- Optio carceris: suboficial encargado de las celdas de una prisión.
- Optio draconarius: suboficial más veterano de entre los portaestandartes.
- Optio navaliorum: suboficial de un navío de guerra.
En el campo de batalla, el centurión se situaba en la primera fila de su unidad, junto al signifer, mientras que el optio se situaba en la retaguardia, para evitar, si era necesario, la desbandada de las tropas y para garantizar los relevos entre líneas típicos del orden cerrado utilizado por el ejército romano.
Uniforme y armamento
Túnica (tunica): consistía en dos piezas rectangulares de lana o de lino, cosidas por los hombros y por los lados y abiertas para el paso de brazos y cabeza. Podían ser con mangas o sin ellas. Se vestía muy suelta, caía hasta las rodillas e iba ceñida con un cinturón (cingulum) del que pendía un faldellín de cuero con apliques metálicos.
Sandalias (caligae): cortadas en una sola pieza de cuero duro, se cosían por detrás y se unían a una suela gruesa de cuero reforzada con clavos.
Capa (sagum/paenula): confeccionada en una sola pieza de paño, se sujetaba a los hombros con unos broches o simplemente los cubría y se abotonaba por delante (sagum). También podía usarse a modo de poncho con un orificio central para la cabeza (paenula).
Coraza (lorica): podía ser de malla (lorica hamata), de escamas (lorica squamata) o de placas (lorica segmentaria).
Casco (galea): iba acolchado por dentro y tenía una correa que llegaba hasta las aletas laterales donde se ataba bajo la barbilla. Los centuriones portaban en sus cascos unas crestas transversales para su identificación.
Espada (gladius): era corta, de borde recto y entre 40 y 50 cm de hoja.
Escudo (scutum): era ovalado hasta que se sustituyó por otro rectangular en tiempos de Julio César. El escudo estaba realizado con tiras de madera en tres capas superpuestas y encoladas, recubiertas de cuero o fieltro, y con refuerzos de metal en el centro y en los bordes. Pesaba entre 6 y 10 kilos y media alrededor de un metro de longitud por 80 cm de anchura.
Jabalina (pilum): consistía en un eje de hierro de aproximadamente 60 cm con punta piramidal y cola plana, que se encajaba en una ranura del mango de madera y se sujetaba con remaches. En total, medía unos dos metros y estaba diseñada para ser arrojada y para que se clavase en el escudo enemigo, impidiendo que éste pudiera manejarse y evitando también que el arma pudiera ser reutilizada por el adversario.
Durante la campaña de Aquae Sextiae, Mario mejoró el pilum aportándole una unión débil entre el asta metálica y el mango de madera. Esta unión se rompía tras el impacto, de manera que, una vez lanzada, ningún enemigo podía capturarla y lanzarla contra los propios romanos. Además, tras la batalla, los propios soldados podían recoger un pilum partido y repararlo fácilmente.
Daga (pugio): arma corta con hoja puntiaguda de unos 25 cm de longitud.
Identificación de las legiones
Las legiones se identificaban mediante un número y un nombre. La numeración no siguió un criterio uniforme: Augusto numeró desde el número I las que fundó personalmente, pero también heredó y mantuvo números de las ya existentes; Vespasiano respetó el número de las legiones que reconstruyó a partir de unidades disueltas; Trajano identificó con el número XXX la primera legión que reclutó, puesto que ya había 29 legiones en servicio en el momento de su fundación.
De algunas se desconoce el final o se ha silenciado por los cronistas romanos, que fueron muy reservados a la hora de reseñar hechos de legiones deshonradas o aniquiladas en el campo de batalla (damnatio memoriae). De hecho, los números de las legiones aniquiladas en la batalla del bosque de Teutoburgo (XVII, XVIII y XIX) nunca se volvieron a emplear.
Dado que muchas legiones compartían el mismo número, fue necesario distinguirlas con un nombre, que podían recibir:
- como título honorífico (legio VIII Augusta)
- por hechos de armas tras haber ganado alguna batalla (legio XX Valeria Victrix)
- por haber permanecido fiel en alguna revuelta (legio XI Claudia Pia Fidelis)
- por la región donde estuviese concentrada (legio IV Macedonica)
- por el lugar donde fue reclutada (legio III Italica)
- por la fusión de dos o más legiones (legio XIII Gemina)
- por alguna característica especial (legio X Equestris)
Durante el último siglo de la República, los procónsules que gobernaban las provincias fronterizas se fueron haciendo cada vez más poderosos. El mando sobre legiones que luchaban en campañas militares distantes y arduas tendía a trasladar la lealtad de esas legiones del Senado a la persona del procónsul. Estos generales (imperatores) empezaron a enfrentarse unos con otros, iniciando sucesivas guerras civiles para conseguir el control del poder (Lucio Cornelio Sila, Julio César, Cneo Pompeyo Magno, Marco Licinio Craso, Marco Antonio, Octavio o Lépido). En este contexto, los imperatores reclutaron un gran número de legiones sin la autorización del Senado, a veces usando sus propios recursos.
Cuando Octaviano se hizo con el poder tras derrotar a Marco Antonio en la batalla de Actium (31 aC), se encontró con 50 legiones a su mando. Octaviano decidió entonces reorganizar el ejército para lo cual disolvió algunas, fusionó otras en una sola (geminae) manteniendo activas un total de 28 para formar el núcleo del primer ejército imperial.
- I Germanica
- II Augusta (antes Sabina)
- III Augusta Pia Fidelis
- III Gallica
- III Cyrenaica
- IV Macedonica
- IV Scythia
- V Alaudae
- V Macedonica
- VI Victrix
- VI Ferrata Fidelis
- VII Macedonica
- VIII Augusta Mutinensis
- IX Hispana (antes Triumphalis)
- X Gemina (antes Equestris)
- X Fretensis
- XI (Claudia Pia Fidelis desde 42 dC, pero se desconoce el nombre que tenía anteriormente)
- XII Fulminata (antes Antiqua)
- XIII Gemina Pia Fidelis
- XIV Gemina Martia Victrix
- XV Apollinaris
- XVI Gallica
- XVII (aniquilada en 9 dC en el bosque de Teutoburgo antes de conseguir nombre)
- XVIII (aniquilada en 9 dC en el bosque de Teutoburgo antes de conseguir nombre)
- XIX (aniquilada en 9 dC en el bosque de Teutoburgo antes de conseguir nombre)
- XX Valeria Victrix
- XXI Rapax
- XXII Deiotariana
Con la pérdida de las legiones XVII, XVIII y XIX, el número se redujo a 25 y Roma no volvió a tener 28 hasta el año 66 dC. (Claudio crearía la XV Primigenia y la XXII Primigenia Pia Fidelis en 43 dC y Nerón la legio I Italica en 66 dC).
En 68 dC el Senado declaró a Nerón persona non grata y aceptó como emperador al gobernador Galba, que había marchado desde Hispania a Roma con una nueva legión, la VII Galbiana o Hispana. Otros dos generales se opusieron (Otón y Vitelio) y la lucha por el poder terminó con el triunfo de otro general, Vespasiano, que instauró la dinastía Flavia en 69 dC y puso fin a la sucesión de cuatro emperadores en un solo año. El conflicto hizo imprescindible una severa reforma del ejército, que fijó en 29 el número total de legiones:
- la XV Primigenia fue disuelta.
- se constituyeron dos nuevas, la legio I Adiutrix Pia Fidelis y la legio II Adiutrix Pia Fidelis.
- la I Germanica y VII Galbiana se unieron para formar la VII Gemina.
- y dos más, partidarias de Vespasiano desde el principio, fueron renombradas: la IV Macedonica pasó a ser IV Flavia Felix y la XVI Gallica recibió el nombre de XVI Flavia Firma.
Domiciano creó la legio I Flavia Minervia (83 dC) y perdió dos: la V Alaudae (87 dC) y la XXI Rapax (92 dC).
Trajano creó otras dos: la II Traiana Fortis y la XXX Ulpia Victrix (102 dC).
Adriano perdió dos: la IX Hispania (132 dC) y la XXII Deiotariana (135 dC).
Marco Aurelio creó la legio II Italica Pia y la legio III Italica Concors en 165 dC.
Septimio Severo creó la legio I Parthica, la II Parthica y la III Parthica, con lo que el número total de legiones llegó a 33:
- I Adiutrix Pia Fidelis
- I Italica
- I Flavia Minervia
- I Parthica
- II Adiutrix Pia Fidelis
- II Augusta
- II Parthica
- II Italica Pia
- II Traiana Fortis
- III Augusta Pia Fidelis
- III Italica Concors
- III Cyrenaica
- III Gallicia
- III Parthica
- IV Flavia Felix
- IV Scythica
- V Macedonica
- VI Ferrata
- VI Victrix
- VII Claudia Pia Fidelis
- VII Gemina
- VIII Augusta Mutinensis
- X Fretensis
- X Gemina
- XI Claudia Pia Fidelis
- XII Fulminata
- XIII Gemina Pia Fidelis
- XIV Gemina Martia Victrix
- XV Apollinaris
- XVI Flavia Firma
- XX Valeria Victrix
- XXII Primigenia Pia Fidelis
- XXX Ulpia Victrix
Símbolos
Desde la reforma de Mario, el aquila se impuso como el símbolo legionario por excelencia. Las águilas se realizaban en metales nobles y se guardaban celosamente en el aedes signorum del campamento. La pérdida de las águilas era el mayor deshonor que podía sufrir un cuerpo legionario. El suboficial al cargo del águila era el aquilifer.
Otros tipos de estandartes:
- Signum: era el estandarte propio de cada centuria. Iba rematado por una punta de lanza o por una mano y se decoraba con guirnaldas y discos que probablemente identificaban la centuria y la cohorte a la que pertenecían. Su portador era el signifer.
- Imago: durante el imperio, desde la implantación del culto imperial por parte de Augusto, las legiones portaban un estandarte con el busto del emperador. Lo más probable es que acompañase al legado y al resto de oficiales. Su portador era el imaginifer.
- Vexillum: era un pequeño estandarte de los destacamentos irregulares o unidades que prestaban sus servicios lejos de su legión (vexillationes). Su portador era el vexillarius.
- Draco: era una cabeza de animal en bronce con las fauces abiertas, a la que se añadía un tubo y un cuerpo de tela que con el viento producía un ruido sordo. Su portador era el draconarius.
Tropas auxiliares
Los romanos siempre confiaron en soldados aliados como complemento de sus ejércitos (auxilia). Normalmente eran reclutados en el mismo lugar donde se desarrollaba la campaña militar.
Durante la República, las legiones consulares iban acompañadas de tropas auxiliares aliadas (alae sociorum) y de hombres a caballo (equites). Las alae sociorum eran tropas de apoyo sumamente útiles como soldados adicionales pero, sobre todo, como fuerzas militares adaptadas al terreno y a las condiciones de la región donde se libraba la batalla. Integradas por habitantes de los pueblos aliados, tenían el mismo tamaño de una legión y eran colocadas entre la propia legión consular y la caballería romana. La caballería republicana estaba dividida en 10 turmae de 30 hombres, comandadas cada una de ellas por tres decuriones, a razón de uno por cada 10 caballeros.
En tiempos de Augusto los auxilia constituían una fuerza mucho más regular y profesional. También se vieron reducidos en tamaño: dejaron de ser formaciones equiparables a una legión (alae itálicas) y se convirtieron en unidades semejantes a una cohorte, lo que las hacía mucho más ágiles en los desplazamientos y, por su inferior número de efectivos respecto al contingente romano, menos peligrosas en caso de sublevación.
Existieron tres tipos de unidad auxiliar:
- La infantería se organizaba en cohortes quingenarias (480 hombres) o miliarias (800), distribuidas respectivamente en seis o diez centurias de 80 individuos.
- La caballería se organizaba en unidades que se llamaban alae. Un ala quingenaria estaba formada por 512 hombres repartidos en 16 turmae de 32 hombres. Un ala miliaria reunía 768 hombres en 32 turmae.
- Unidades mixtas: probablemente tendrían el mismo número de infantes que una cohorte ordinaria a la que se añadían 120 caballeros (240 en las miliarias).
Las legiones arrastraban una gran cantidad de personal civil no directamente relacionado con las armas: comerciantes, artesanos, prostitutas (los legionarios no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los campamentos permanentes acababan dando lugar a auténticas ciudades.
La guerra en el mar
Durante los primeros años de la República, Roma no tuvo necesidad de dotarse de navíos de guerra puesto que los enemigos contra quienes hasta entonces había tenido que luchar habían sido sus vecinos itálicos y el conflicto se había dirimido en tierra.
En 282 aC los navíos de Roma sufrieron una importante derrota ante la flota de Tarento y después, en 265 aC, sus naves entraron en conflicto con la flota cartaginesa en Sicilia en lo que serían los prolegómenos de la Primera Guerra Púnica.
Conscientes de la superioridad naval cataginesa y del efecto que representaría una victoria en el mar, en 261 aC la República inició un programa de desarrollo naval y ordenó construir de forma simultánea 100 quinquerremes y 20 trirremes para enfrentarse y destruir la hegemonía de Cartago.
Tácticas:
- Embestida: todo barco de guerra disponía de un espolón metálico en la proa situado en la línea de flotación o ligaramente por debajo. Su función era perforar el casco de madera del barco enemigo y abrir una vía de agua. Era propio de barcos veloces y de buena maniobrabilidad.
- Abordaje: requería aproximación y sujeción, estableciendo un puente de acceso de los soldados al barco enemigo para capturarlo y tomar el control. Requería barcos más grandes y un contingente mayor de soldados para someter al enemigo.
Al final de la Segunda Guerra Púnica, Roma se consolidó como potencia marítima y asumió por completo la hegemonía naval en el Mediterráneo.