La moneda romana
La acuñación de moneda en la República Romana es tardía si lo comparamos con otros territorios del resto del Mediterráneo, especialmente Grecia y Asia Menor, donde las monedas fueron ya conocidas en el siglo VII aC.
En sus primeros tiempos, los romanos, como otros pueblos itálicos, realizaban sus transacciones y calculaban los impuestos utilizando como referencia el peso del bronce.
Antes de la introducción de la moneda, los dos medios de pago más habituales en la economía romana fueron las cabezas de ganado (pecus), de donde deriva la palabra latina para designar el dinero (pecunia), y las piezas de bronce conocidas como aes rude (bronce tosco), de forma irregular, peso variable y de dudosa utilidad si se tiene en cuenta que debían ser pesadas antes de cada operación.
En las transacciones de mayor trascendencia, la inexistencia de monedas de curso legal que permitieran contar, se cubría con el pesaje (pendo) de las piezas irregulares de metal ofrecidas como contraprestación en el marco de un acto ritual. En los primitivos actos de atribución de la propiedad de las res mancipi, la forma adquiere una importancia capital: la mancipatio era un acto privado solemne que consistía en la declaración de un adquirente (mancipio accipiens) que se apoderaba formalmente de la cosa en presencia de su propietario (mancipio dans) y en el acto de pesar un metal en una balanza de platillos. El acto se celebraba ante el libripens y cinco testigos y venía a ser una manifestación de los antiguos negocios librales per aes et libram.
ACUÑACIONES GRIEGAS DEL SUR DE ITALIA
En 326 aC aparecieron las primeras amonedaciones que circularon por Italia Central. Eran pequeñas piezas de bronce, de aproximadamente 4,5 gramos, con la inscripción griega ΡΩΜΑΙΩΝ, leyenda en genitivo ("de los romanos") que situaría su origen en alguna de las ciudades griegas del sur de Italia, ya en aquel tiempo con una importante tradición en la acuñación de moneda.
Al lado de estos bronces, alrededor del año 310 aC empezaron a circular en paralelo pequeñas cantidades de plata. Estas emisiones, al estilo griego como los bronces, muy posiblemente sirvieron a Roma para facilitar los pagos derivados de la construcción de la Via Appia, comenzada en 312 aC.
Las didracmas mostraban la cabeza de Marte con casco corintio en el anverso y en el reverso la cabeza de un caballo con la inscripción en latín ROMANO y una espiga de cereal (Crawford 13/1). Con bastante probabilidad, estas didracmas fueron acuñadas en la ciudad adriática de Neapolis, pues responden a su patrón de peso (7,3 gr), en contraposición a los patrones de Metaponto, Tarento y otras ciudades situadas más al sur, que los tenían fijados en 7,9 gramos al comienzo de la guerra y en 6,6 gramos después.
Décadas más tarde (276 aC), las cecas griegas del sur de Italia no sólo continuaron acuñando moneda para Roma sino que incrementaron la producción:
- En plata se pusieron en circulación didracmas que representan la cabeza de Apolo a izquierda en el anverso y caballo al galope a derecha en el reverso; encima estrella y leyenda ROMANO (Crawford 15/1).
- En bronce, aparecieron amonedaciones de entre 9 y 10 gramos (con su divisor de entre 4,5 y 5), de las que se conoce un significativo número de cuños, tanto de anverso como de reverso (esta diversidad daría a entender una creciente circulación de numerario, que habría aportado mayor facilidad en las cada vez más frecuentes transacciones entre Roma y los pueblos vecinos, al tiempo que mayor rapidez en la sustitución de las barras de metal por piezas de valor oficial.
La utilización de aes signatum convivió con estas amonedaciones en bronce y plata hasta el final de la Primera Guerra Púnica (240 aC).
AMONEDACIONES ROMANAS
Las primeras monedas emitidas por los romanos fueron piezas fundidas de bronce con plomo o aes grave (bronce pesado). La moneda estándar fue el as, que representaba la unidad del sistema libral (aes libralis). El as fue el primer medio de pago romano que tuvo forma circular, presentaba diseños variados, incorporaba la marca I y pesaba una libra (litra), el equivalente actual de 324 gramos, con fracciones en onzas de 27 gramos (unciae), a razón de 12 onzas por libra.
Esta relación se alteró varias veces en muy poco tiempo, cosa que explica la coexistencia de ases republicanos con idénticos cuños aunque con pesos diferentes.
- Sistema libral ligero: alrededor de 269 aC el peso del as se redujo a 270 gramos (10 onzas por libra) y se mantuvo así hasta aproximadamente el año 218 aC.
- Reintroducción del sistema libral: al tiempo de iniciarse la Segunda Guerra Púnica (218 aC), se había abandonado la libra ligera para recuperar la referencia de la libra de 324 gramos.
- Sucesivas devaluaciones: el conflicto bélico (218-201 aC) provocó sucesivas devaluaciones en muy poco tiempo. La referencia libral dejó paso al aes semilibralis de 162 gramos (6 onzas), al aes trientalis de 4 onzas, al aes quadrantalis, de 3 y al final de la guerra (201 aC), al aes sextantalis de 54 gramos (2 onzas). A partir de ese momento, los ases dejaron de ser fundidos y se convirtieron para siempre en moneda acuñada.
- A mediados del siglo II aC se redujo de nuevo su peso (aes uncialis de 27 gramos o 1 onza) hasta que, tras un paréntesis durante el cual el as dejó de acuñarse, la Lex Papiria (91 aC) lo fijó finalmente en 13,5 gramos o media onza (aes semiuncialis).
- Con las últimas emisiones de L. Cornelio Sila culminó su declive hasta que dejó de acuñarse en 47 aC.
Evolución del peso del as
Junto al as aparecieron sus múltiplos y sus divisores que, con los cambios de peso de la unidad de referencia, siguieron su suerte en los años sucesivos.
- Entre los múltiplos, el dupondio representaba el busto de Roma en el anverso y una rueda de seis radios en el reverso, marca II y valía dos ases.
- Entre los divisores:
- el semis mostraba la cabeza de Saturno, marca S y valor de medio as.
- el triens mostraba la cabeza de Minerva, marca de cuatro puntos (….) y equivalía a un tercio de as.
- el quadrans mostraba el busto de Hércules, marca de tres puntos (…) y valor de un cuarto de as.
- el sextans mostraba la cabeza de Mercurio, símbolo de dos puntos (..) y valor de un sexto de as.
- y la uncia reproducía la cabeza de Roma, marca de un punto (.) y valor de una duodécima parte de as.
Equivalencias y signos de valor (sistema libral)
Tras la guerra contra Tarento y contra el rey Pirro de Épiro, Roma conquistó el sur de Italia (280-275 aC) y el comercio romano se extendió hasta el sur de la península itálica.
La República decidió entonces acuñar sus propias monedas de plata: la primera didracma propiamente romana fue acuñada en la ciudad de Roma alrededor del año 269 aC y representa a Hércules y la loba capitolina (Crawford 20/1).
Las monedas de plata se emitieron en pequeñas cantidades hasta aproximadamente el año 225 aC, fecha en que se generalizó el uso del cuadrigato y el victoriato.
El victoriato fue también una moneda de plata que apareció entre 221 y 170 aC con un valor de medio cuadrigato. Pesaba alrededor de 3,4 gramos y representaba a Júpiter en el anverso y en el reverso la Victoria colocando una corona sobre un trofeo con la inscripción ROMA en exergo. El victoriato fue introducido casi al mismo tiempo que el denario pero se acuñó con plata de ley inferior. Esta moneda fue muy popular en el sur de Italia y más tarde en la Galia Cisalpina, lo que permite pensar que fue puesta en circulación más para sustituir la dracma o el medio nomos que para integrarse en el sistema monetario romano.
Con el objeto de poner fin a la gran diversidad de monedas en circulación, el Senado se propuso generalizar un tipo de moneda común para toda Italia y centralizar su acuñación en los talleres de Roma. Esta nueva moneda recibió el nombre de denario y tuvo atribuído el valor legal relativo del bronce y la plata, es decir el tipo de cambio en ese momento existente entre esos dos metales.
El denario era de plata, valía 10 ases, ya que diez ases equivalían a una moneda de plata de Tarento, y pesaba 4,58 gramos (72 por libra romana y un poco más si la relación se calculaba con la dracma griega), aunque poco tiempo después su peso nominal se redujo a sólo 3,9 gramos. Su marca de valor era X y se acuñó en gran cantidad a partir de la plata capturada en el saqueo de Siracusa en el año anterior (212 aC).
La acuñación se centralizó en Roma. Las primeras emisiones fueron anónimas y salvo algunas variantes representaban el busto de Roma en el anverso y los Dióscuros a caballo en el reverso, todo ello con diferentes combinaciones en el campo de símbolos y letras. Progresivamente se generalizó la identificación de los magistrados que especialmente habían sido responsables de la acuñación.
Las monedas se elaboraban en talleres monetarios (cecas) a cargo de tres funcionarios especialmente nombrados al efecto que se organizaban en un colegio oficial (tresviri monetalis). No está claro cuándo se erigió este colegio, pero se intuye que fue creado algún tiempo después de finalizar la Segunda Guerra Púnica, alrededor del año 200 aC. Los tres miembros de este colegio, llamados magistrados monetarios, fueron los responsables de las emisiones y eran conocidos oficialmente como tres viri aere argento auro flando feriundo, un largo título que a menudo se abrevió III.V.A.A.A.F.F. (los tres hombres responsables de la fundición y acuñación de bronce, plata y oro). Correspondió a estos magistrados elegir los diseños y precisar las leyendas de las monedas, elección que muy pronto fue utilizada como medio de publicidad y propaganda en beneficio de sus familias con inequívocas finalidades políticas.
Los denarios se utilizaban sólo en las medianas y grandes transacciones, dejando el uso general del as para las de importancia menor.
Pero muy pronto se hizo evidente que el as era demasiado pequeño y que la llegada del denario lo había convertido en una simple moneda fraccionaria insuficiente para el tráfico mercantil. Con el tiempo se acuñaron en plata otras dos monedas de perfil intermedio: el quinario (medio denario o 5 ases, marcado V) y el sestercio de plata (cuarto de denario o 2 ases y medio, marcado LLS -duae librae et semis-, IIS o HS), todos ellos con el busto de Roma en el anverso y los Dióscuros a caballo en el reverso.
En ese contexto, tanto los ases de bronce y sus fracciones (ahora ya todos acuñados en lugar de fundidos), como los victoriatos continuaron en circulación en grandes cantidades. En cambio, los cuadrigatos fueron retirados casi inmediatamente.
Las tres muestran la cabeza de Marte en el anverso y un águila con las alas desplegadas de pie sobre un rayo en el reverso. El águila recuerda la que había sido símbolo de la moneda ptolemaica desde el comienzo del siglo, lo que ha permitido pensar que Ptolomeo IV Philopator podía haber proporcionado oro para estas emisiones a modo de contrapeso frente a la participación de Filipo V de Macedonia al lado de los cartagineses.
Evolución del peso del denario
Durante la república, el contenido de plata del denario se mantuvo muy por encima del 90%, por lo general superior al 95%, con excepción de las últimas emisiones de Marco Antonio, debido especialmente a las enormes cantidades de denarios legionarios puestos en circulación justo antes de la batalla de Actium (31 aC) y acuñados, según algunas hipótesis, con plata procedente de Egipto proporcionada por Cleopatra.
Equivalencias hasta 141 aC
Reforma de 141 aC
Alrededor del año 141 aC la equivalencia del denario fue establecida en 16 ases, circunstancia que se hizo constar en el anverso de las monedas con la marca XVI. El cambio se observa por primera vez en denarios de la gens Iulia, fechados ese mismo año (Crawford 224/1).
Equivalencias a partir de 141 aC
Las monedas de 60, 40 y 20 ases dejaron de acuñarse enseguida y las emisiones en oro no reaparecieron hasta que Sila intentó reunir fondos para iniciar la guerra contra Mitrídates VI del Ponto, justo después de las tensiones financieras provocadas por la Guerra Social.
Esta acuñación de Sila es considerada el primer áureo de la historia (82 aC) y si se exceptúa el de Cneo Pompeyo Magno en 61 aC (Calicó 35), no existirán otras emisiones en oro hasta Julio César, quien acuñaría grandes cantidades en la preparación de una guerra contra los Partos que no llegaría a tiempo de concretar. Tras la caída de la República, aumentó notablemente su uso durante la época preimperial y sobre todo en la imperial: el áureo nació con la doble intención de facilitar las grandes empresas comerciales y de sustituir las estáteras de Filipo II de Macedonia, muy comunes en Roma, por una moneda que a la vez guardase una relación sencilla con las de plata: un áureo equivalía a 25 denarios y 100 sestercios de plata.
Evolución del peso del áureo
En época de Augusto, probablemente alrededor del año 23 aC, la ceca de Roma reanudó sus actividades tras dos décadas sin producción. Este hecho coincidió con una reorganización del sistema monetario heredado de la República que pretendía, sin alterar sus fundamentos, resolver algunos de los problemas que regularmente habían afectado su funcionamiento.
El áureo se siguió acuñando según el estándar de 1/40 por libra romana (unos 8,10 gramos) con un peso muy regular y una elevada pureza. También se respetó el estándar republicano del denario de 1/84 por libra (unos 3,86 gramos) y se mejoró su calidad, pasando su contenido de plata de un 92 a un 98%.
Las innovaciones más significativas fueron la acuñación de quinarios de oro y plata (aunque las emisiones fueron esporádicas y de reducido volumen) y las relativas a la moneda fraccionaria, que volvió a acuñarse de forma regular para superar el problema que su escasez representaba en los intercambios cotidianos.
- El sestercio, que no se emitía desde hacía mucho tiempo, pasó ahora a ser acuñado en oricalco (aleación de cobre y zinc), con una equivalencia de cuatro ases y convertido en la principal moneda de metal bajo.
- La misma aleación se utilizó para los dupondios, con un valor de dos ases.
- En cambio, las fracciones más pequeñas, el semis y el cuadrante, fueron acuñadas en cobre.
De esta forma, se volvió a contar, tras muchas décadas, con un amplio abanico de divisores adecuados a las distintas funciones de la moneda, desde el atesoramiento y los grandes pagos, a la compra de artículos y servicios básicos.
Desde el 23 aC, en las nuevas acuñaciones de la ceca de Roma se observa la mención a los tresviri monetales, que volvieron a hacerse cargo de supervisar la producción monetaria: Augusto redujo inicialmente su número a tres (había sido previamente elevado a cuatro por César) pero en el año 5 aC volvió a aumentarlo a cuatro.
En las acuñaciones a cargo de los triunviros reaparecen alusiones a sus linajes aristocráticos, como había ocurrido durante la República pero combinadas ahora con representaciones de Augusto y con diversos símbolos destinados a rendir homenaje al emperador.
Además de en Roma, se siguieron acuñando monedas en Oriente, cistóforos en las cecas de Éfeso y Pérgamo, y otras monedas en Antioquía. En Occidente, el centro de la producción monetaria se ubicó en Hispania (Emerita Augusta y Colonia Patricia), donde se disponía de los recursos proporcionados por las ricas minas de la región.
Desde el año 15 aC, la producción de estas cecas fue complementada con el establecimiento de un nuevo centro de producción monetaria en la ciudad de Lugdunum que pronto cobraría especial importancia. Ubicada en la confluencia de los ríos Saona y Ródano, la ciudad gala fue elegida por sus excelentes conexiones fluviales y por su posición estratégica, a mitad de distancia entre las hispánicas y la frontera germánica donde se encontraban las mayores concentraciones de tropas y, por lo tanto, donde la Administración romana realizaba sus mayores desembolsos. La nueva ceca acabaría reemplazando definitivamente las que habían operado en Hispania.
Lugdunum era, además, capital de una provincia imperial, es decir, gobernada por Augusto sin injerencia del Senado. En virtud de su imperium, Augusto podía acuñar allí monedas de forma completamente independiente de los magistrados romanos. La medida fue reforzada con la supresión de las acuñaciones de oro y plata en la ceca de Roma (12 aC), que quedó reducida a las emisiones en bronce y a los divisores más pequeños. Desde el año 4 aC la ceca de Roma cesó completamente sus actividades. Cuando retomó la actividad en 15 dC solamente se acuñaron ases, con motivos semejantes a los de dos décadas antes pero ahora sin los nombres de los tresviri monetales, que ya habían desaparecido. A pesar de ello, la magistratura no fue suprimida del todo y se mantuvo hasta el siglo III dC.
La división en la producción de moneda (metales preciosos en Lugdunum y los demás en Roma) sería conservada por todos los emperadores de la dinastía Julio-Claudia, hasta que la reforma monetaria de Nerón obligó a concentrar nuevamente toda la acuñación en la capital imperial.
Durante el gobierno de Galieno (253-260 dC) el contenido de plata disminuyó hasta niveles de entre el cinco y el diez por ciento del peso total. Aureliano (270-275 dC) alteró de nuevo el contenido de metales de la moneda, dejando una proporción de plata del 4,76% (XXI o KA), hasta que tras la reforma económica de Diocleciano el antoniniano dejó de acuñarse en el año 305 dC.
- El nummus o follis y su fracción radiada, reemplazaron los viejos sestercios, dupondios y ases como denominaciones en bronce. Estas nuevas monedas fueron acuñadas en diversas cecas imperiales durante la primera década del siglo IV dC. A mediados de siglo, empezaron a circular otras piezas en bronce que hoy en día sólo se conocen por su diámetro en milímetros: algunos numismáticos han llamado centenionalis o maiorina a la mayor de estas monedas.
- El argenteus, nueva denominación de plata con alto contenido de metal, provocó acumulación generalizada y después, como resultado, su posterior abandono.
La transformación continuó con Constantino (306-337 dC), que introdujo:
- el solidus y sus fracciones: el semissis (medio sólido) y el tremissis (un tercio). El sólido sustituyó al áureo como moneda de oro estándar del Imperio Romano.
- el siliqua, moneda de plata que, junto con sus fracciones, fue acuñado hasta bien entrado el período bizantino.
- el miliarensis igualmente en plata, aunque en número menor y de mayor tamaño.
Las indicadas reformas afectaron tanto al peso y demás características de las monedas como a su diseño: mientras que el anverso contenía todavía el busto del emperador, los tipos de reverso quedaron altamente estandarizados en todas las cecas. No era raro que la representación de una idea importante se utilizara en todas ellas a la vez durante años.